11. El hijo de mamá
El hijo de mamá es un partidazo con todas las letras:
atractivo, educado, ordenadamente convencional pero equilibradamente cariñoso,
hasta que descubrís que es un hijo de mamá, y podés explicar de una vez por
todas el motivo de su soltería.
Por lo general pero no excluyentemente, único hijo o el varón
más chico, el hijo de mamá puede vivir con su madre o no, pero de manera
permanente y de por vida, andará atado a ella por un lazo invisible que sin
querer queriendo estrangulará cualquier relación adulta que el joven quiere
iniciar con una mujer, salvo que la elegida sea de armas llevar, tome el toro
por las astas, y libere al dócil varón de ese cordón umbilical contra natura
que no le permite el normal desarrollo de sus ciclos vitales.
Si el ejemplar vive todavía con su progenitora, él no usará
despertador porque descansará en la puntualidad y dulzura de su madre para
levantarlo a tiempo justo de un buen dormir. Ésta le hará el desayuno de
acuerdo a sus gustos y disposiciones precisas (ejemplo, café Dolca batido con
una lágrima de leche y dos cucharadas y media de azúcar, dos tostadas con
manteca medianas y un jugo de naranja recién exprimido) y se lo llevará a la
cama como el primer mimo del día. Ante algún evento especial que requiera
alguna vestimenta específica, él
dejará librado su atuendo a su consejo, y en el normal de los días, será ella
quien le busque o planche tal o cual camisa, si éste no la encuentra a
disponibilidad. Si no vive con ella, el hijo de mamá comienza el día recién
cuando habla por teléfono con su madre, quien le preguntará si le gustó la
tarta que cenó anoche, que ella ha preparado con tanto amor, al igual que todos
los menúes con que le provee el freezer, no vaya a ser que Fulanito sufra las
penurias del hambre, acostumbrado sólo a comida casera y de su autoría.
Los hijos de mamá desarrollan a lo largo de su vida una
serie de síntomas inconfundibles, que nos hacen distinguirlos entre el resto de
los hombres. Difícilmente luego podrán superar esas limitaciones, por lo que
quien los acepte como pareja, tendrán que aprender a convivir con algunos de
estos vicios que ellos arrastran desde el comienzo de sus días.