lunes, 19 de octubre de 2015

Galanes: sobre gustos no hay nada escrito (… o si, como esta clasificación) - (Entrega final - VI de VI)

26. El buena onda

A nuestra altura, por la treintena y en adelante, quedan pocos ejemplares de tipos buena onda, y si uno anda desocupado, no tardará en ser pescado. El buena onda es fundamentalmente amado por vos y todo lo que te rodea, tus amigas, tus viejos, tus hermanos, tu perro, por todo ser vivo que se le cruce, simplemente porque cae bien y hace al otro sentir mejor. Le encanta celebrar, reunir y festejar y se inmola siendo el mejor de los anfitriones, en muchos casos el único, haciendo todo él con la mayor de las felicidades y facilidades: desde las compras hasta el lavado final de platos. Son buenos cocineros y poco discretos tomadores.

Es cariñoso, generoso, positivo y siempre está de buen humor, por lo que todo le suele salir bien. Con una inteligencia emocional superdotada, la pasa bien a donde esté y con quien esté, porque tiene el don de poder capitalizar cualquier encuentro con un otro, al que conquista con su modo directo, simple y simpático, pudiendo divertirse en cualquier situación, aún en el laburo, donde tiende a desempeñarse de maravillas en profesiones que tengan que ver con el trabajo en equipo y la motivación. Su red de amigos es inagotable, y siempre estarán dispuestos a devolverle algún favor, por lo que el trámite o el problema más complejo, gracias a algún conocido que intercederá a su favor, siempre tendrá una solución mágica para el buena onda, será por eso que anda por la vida tan feliz y despreocupado.

No se puede discutir con él ya que no sabe como hacerlo y cualquier planteo que una haga, queda como una loca. Desdramatizan todo al punto de vivir con la convicción que nada, salvo la muerte, es motivo para arruinar la fiesta que es la vida. Su humor y motivación suele extenderse en todos los ámbitos , por lo que es fácil perderlo en asados, jolgorios y viajes, porque siempre tiene ganas de más. Teme a la soledad como el peor de los castigos, por eso se ocupa de estar siempre bien acompañando. 

27. El “calentitos los panchos”

El hombre “calentitos los panchos” suele no tener defectos, hasta que encontrás su talón de Aquiles: está siempre e incondicionalmente listo para coger. Alguna vez escuchaste que existía la adicción al sexo, que eso decían tenía Michael Douglas, y pensaste que todos los hombres padecían el mismo síndrome, hasta que lo conociste a “calentitos los panchos” y te diste cuenta de la diferencia.
De repente todo lo que hacés es sexy: estar abrigada, desabrigada, limpia, sucia, arreglada, así nomás. De cualquier forma y en cualquier momento te quieren entrar. Se sabe todas las posiciones sexuales del Kamasutra de memoria, del derecho y del revés, y su casa parece el búnker de Christian Grey. 
Olvidate de comer tranquila en su presencia una banana, un grisín o un turrón, o de mencionar palabras tan mundanas e inofensivas como leche, jugo o crema, porque todo le recuerda a eso, y el deseo se le vuelve incontrolable.


Al comienzo, una se siente la manifestación viviente y moderna de Afrodita, capaz de contener el amor generoso y desenfrenado de este dios griego reencarnado, hasta que te das cuenta que tanto darle al frito, vas a morir flaca y seca como una lagartija, porque tanto amor está contraindicado para un solo cuerpo. De repente te diste cuenta que bajaste 8 kilos en tres meses y que estás entrenada sin quererlo para correr tu primer maratón, desafío físico que te quedará chico a los fondos de fin de semana a los que te tiene acostumbrada.

Como arma secreta, sacás a relucir que te duele la cabeza como en tu infancia el “pido gancho” te inmunizaba en algún juego como las escondidas o el viejito, aunque en realidad lo que te duele es la chochis de tanta matraca. Hasta que un día, se acerca para saludarte y verlo te provoca la misma fiaca que pasar por la puerta de tu gimnasio, por lo que te das cuenta que necesitás un descanso, y te ves en la límite situación de decidir entre seguir con este hombre con quien bien la pasas y así dedicar tu vida y tu cuerpo como una mártir del amor, a gastar células y calorías en posición horizontal, o decirle adiós para siempre y recluirte por un tiempo en un monasterio benedictino vestida de hábito de arpillera para que nadie te mire ni te toque por unos buenos meses, hasta que puedas recuperarte de la sobredosis de lujuria a la cual te has dejado voluntariamente arrastrar, pero que ya te tiene los ovarios por el piso.

28. El hombre estado zen

La flexibilidad y la habilidad de adaptarse a los cambios contextuales son algunas de las cualidades más valoradas entre los profesionales del mundo de hoy. Los hombres en estado zen son aquellos representantes de la especie masculina que superaron su condición, aceptando sus debilidades y potenciando sus fortalezas, erigiéndose como “superhombres”, con una capacidad de supervivencia mayor a las de las cucarachas en un holocausto nuclear, quienes crearon los anticuerpos necesarios para soportar a la mujer sin ningún esfuerzo manifiesto.

Gracias a su equilibrio mental y la paz de espíritu, desarrolló herramientas para enfrentar el estrés de la vida en pareja y está inmunizado a la crítica, la queja o el reclamo. La termina pasando bomba y manteniendo su eje en el punto exacto, porque ha aprendido a que todo lo resbale, y a mantener su nirvana aún en las condiciones más nefastas, que suelen ocurrir sobre todo los días que a su mujer le viene. Sus habilidades muchos la confunden con una sordera severa, porque hacen oído sordo a todo lo que se les dice.

En una primera lectura, una puede confundirlo por un sumiso o falto de carácter, pero lejos de ser consecuentes, su vivir anestesiados les permite disfrutar de sus gustos y ritmos sin estresarse, y termina saliéndose siempre con la suya. A pesar de sus provocaciones que después reconoce como fuera de lugar, su mujer lo ama incondicionalmente, porque es él quien le otorga la paz y tranquilidad que ella suele perder con frecuencia, mientras siempre el hombre en estado zen sale victorioso, al no perder nunca la calma. Son los mejores padres, por su calidez y aura serena, portadores de la razón al no mandar a nadie al diablo y por nunca levantar la voz.

29. El hombre sombra

Al hombre sombra casi no lo conocemos. Son aquellos seres, sin deseos, pulsiones, personalidad ni color, que algunas mujeres cargan no sabemos si con gusto o sacrificio, con algún título como el de novio o marido, como si eso los hiciera más importantes que el bulto que son. El hombre sombra es como un hombre dormido, sin voz ni voto, que algunas mujeres llevan como un trofeo de una guerra con un contrincante invisible en que ellas son las dueñas de todas las victorias. Pobre de gestos y palabras, también lo suele ser en opiniones y motivaciones, viviendo una especie de letargo constante en que todo le da igual.

El hombre sombra cumple años u otro es el motivo por el cual lo agasajan y no se te ocurre que carajo comprarle, porque nada usa, nada le gusta, nada practica.   La vida se les pasa viendo tele o reposando en algún sillón, y todos sus vicios empeoran con los años, por lo que día a día suele mostrarse más ogro, apático y abúlicos que nunca. Es de naturaleza depresivo y es deprimente vivir con él, y uno injustificadamente puede sentir que es culpable de su vida aburrida.

Sin embargo, hay mujeres que felices se los cuelgan como una cartera y los sacan a pasear como un barrilete, mientras le deciden calzoncillo, amigos y menú como quien estuviera digitando el destino de un muñeco articulado, y nada les enamora más que su maleabilidad y falta de iniciativa, porque al tenerlo detrás de sus polleras, se sienten las hembras más machas y consentidas del reino, o al menos se divierten jugando a las muñecas con un maniquí tamaño real.

30. El hombre ideal: Dejémonos de buscarlo. No existe. Lo que hay es lo que hay

Después de este minucioso listado al que, para ser aún mas detallistas, podríamos sumar sin duda algunos ejemplares más, podemos confirmar que la naturaleza masculina puede sorprendernos en numerosas muestras y envases, no existiendo la perfección en ninguna condición posible, porque tampoco existe la mujer perfecta, ni menos la relación perfecta. Y a medida que envejezco, porque con más de 30 años ya una dejo de crecer para envejecer, más me doy cuenta que cada uno, en la vida, en el amor y en su ser persona, hace lo que puede y con demasiado esfuerzo, más allá de los resultados.

Por eso, lejos del humor y la ironía, les deseo para sus vidas que puedan encontrar y elegir al hombre hecho a su medida, ese que panzón, espontáneo, malhumorado, trabajador, chismoso o deportista, pueda darle valor agregado a sus días, y hacerlas sentir las mujeres únicas que son.

A las que lo encontraron, a celebrar la vida junto al peor es nada que elegimos, siempre que al final del día nos robe mas alegrías que disgustos.  Para las que saben que no lo encontraron a pesar de tener compañía, les deseo que se animen a estar mejor solas que mal acompañadas, quien sabe, quizás están perdiendo al galán de su propia novela, que bien puede estar esperándolas a la vuelta de la esquina. Y a las que todavía no les llegó la hora del romance, a bailar la vida que hay mucho choma por delante.


Que toda chica que no quiere ser común tenga su historia de amor, pero que jamás elija a un hombre por necesidad si no de puro placer, y que todas, alguna vez en la vida, se den el gusto y hagan la justicia histórica de romper al menos un corazón , por supuesto, siempre que así lo deseen.

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