El horóscopo nuestro
de cada día
Sin ánimo de querer ofender convicciones ni arruinar dignos
oficios, tengo que decir que no creo ni entiendo como la todavía la gente siga
considerando el horóscopo como una verdad irrefutable. Quizás lo mismo diga
alguien ateo de las religiones en general, pero no puedo entender la noción de
que el haber nacido en un tiempo específico sea un considerado un posible
factor de influencia en la personalidad y destino de una persona, más aún que
otras variables como el contexto social, emocional, geográfico, material,
cuestiones menos condicionantes a veces para alguna lecturas, que la hora y el
día de tu natalicio.
Según los signos del zodiaco, dependiendo de la fecha de tu
nacimiento te corresponde uno de los doce signos, los que conllevan distintos
tipos de características comunes, virtudes y defectos, y un destino en algún
sentido compartido. O sea que se presentan doce tipo de personalidades
enlatadas pero muy generales, en las que te hacen encajar. Cuando las
diferencias y el encastre se hace insostenible, se busca la justificación
subiendo la complejidad del análisis, argumentando que los matices y errores radican
en el espíritu ascendente o descendente de un signo con otro, cosa que complica
más el mejunje astral.
Todos los signos tienen algo de marketing: porque las de
Escorpio como yo son siempre unas hijas de puta pero para levantarnos el ánimo
nos dicen que somos muy seductoras y las más fieles con las amistades de la
vidriera; los hombres de Sagitario son conocidos por ser unos toros sexuales
pero se los acusa de infantiles y exagerados; las de Cáncer son familieras y
excelentes paridoras, pero irritables y rencorosas. Y así podríamos citar miles
de ejemplos, pero no existe un signo negativo en sí mismo, lo que es una vil
mentira, porque que que hay gente de mierda , la hay, más allá de que se
esconda bajo un signo con piel de cordero.
Como bien lo deja entrever Valeria Bertucelli en la peli “Un
novio para mi mujer”, desde una cita del personaje de la Tana Ferro, el
horóscopo es una teoría ficticia surgida de la mensa coincidencia de haber
nacido en la misma época: “Me encuentro con la mina del 2º B ayer y
me pregunta de qué signo soy. ¿De qué signo soy? Pero si no me conocés. No sé
qué te importa. "Sagitario", le digo. "Ah, ¿qué día
naciste?" ¡Uy, no lo puedo creer! "19 de diciembre." Me dice:
"Yo tengo una amiga que nació el 11". Ah, ¿y? ¿Y cuál es la
coincidencia? No entiendo, ¿de qué me estás hablando?”.
Más rebuscado aún es el horóscopo chino, donde cada personalidad individual se
asocia con un animal que la represente, según el año de nacimiento. Cada año en
el ciclo de sesenta años contiene doce animales, cada uno con cinco posibles
elementos, las cuales son modificadores de la personalidad animal con una
posibilidad de hasta sesenta combinaciones, y así uno puede ser rata, buey, tigre, conejo, dragón,
serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, cerdo y perro. Más allá de que seas un
rata de alcantarilla porque hasta usas el cepillo de dientes por ocho meses
hasta que se le caen las cerdas, una serpiente de lengua bífida por tu talento
para criticar el error ajeno o que ese tipo con que saliste la última vez sea
un verdadero cerdo, por sucio, corrupto y maleducado, es ridículo pensar que
todas las millones de personas que nacieron en un año comparten características
similares.
Bajo esa concepción, por haber nacido
en el mismo año, vos, la trabajólica
de tu prima Renata, virgen de labios por dedicarse con tanto empeño a su
carrera que no se interesó jamás en saber que se hacía en un boliche ni como es
que la raza humana se reproducía, Margarita, la gorda ropero que te hacía
bullying en el colegio porque te tenía ganas y terminó haciendo porno lésbico
XL, y el nabo de tu jefe con cara y gestos de roedor de laboratorio que en sus
tiempos libres se dedica al cultivo y cuidado de plantas bonsái y a decorar
adornitos de porcelana, compartirían un ADN común en cuanto a rasgos de la
personalidad, lo que no hace otra cosa que causarme risa.
Poco libre es la gente que, encima que
las relaciones de pareja son de por si complicadas, y que su sostenimiento en
el tiempo es casi una excepción, le suman a tanto caos el tema de la afinidad
entre los signos, y ahí tenés minitas chochas saliendo con un flaquito hasta
que de repente leen en el horóscopo que su signo y el del choma son poco
compatibles, y se cagan la relación y la existencia, sugestionándose ellas
solitas. En google he encontrado tan bizarras preguntas como: ¿cómo conquistar a
un hombre de Virgo?, ¿cómo es en la cama un tipo de Cáncer?, ¿qué regalarle a
una mujer de Tauro?, ¿es fiel un hombre de Capricornio?, además de las más
variadas tablas de compatibilidad en cuadros de doble entrada, que dan mucho
más que vergüenza ajena.
Más estresante debe ser aún el vivir a
la orden del horóscopo del día que publica el diario local, que indica en
treinta palabras como te irá en el amor,
en el trabajo y en el dinero, además de a veces animarse a darte un
consejo o emitir un alerta o precaución. Sobre que transcurrir por esta vida ya
es una proeza épica diaria, encima le suman la opinión de una voz anónima, que
me juego los editores incluyen en la publicación todos los días aleatoriamente,
con tal de mantener a los creyentes con la falsa seguridad de esa guía fantástica con que enfrentar su día.
Como el horóscopo, también podemos
mencionar la Carta Astral, la lectura de manos, el análisis de la borra de café,
las runas vikingas, y miles de otras prácticas con las que muchas veces
elegimos complicarnos la vida.
La eterna poción para el amor y otros trucos
Sobre todo las mujeres somos más
vulnerables a reproducir numerosos ritos, practicar extrañas cábalas y usar
raros talismanes, sin ninguna explicación racional ni resultados comprobables,
en la desesperada intención de atraer, afianzar o cuidar el amor.
Aún todavía, muchas hijas culpan a
las tan frondosas y coloridas hortensias del jardín de su madre como la causa
de su soltería, y no se percatan de que su cara de culo fruncido es la que está
haciendo retroceder a cualquier elemento masculino con el que tropiezan. Nos
pasamos horas de nuestra idiotizada adolescencia deshojando una flor pétalo por
pétalo, con el "te quiere mucho", "poquito" y
"nada", mientras
pensamos en él y sufrimos con estigma de sentencia un resultado negativo,
prueba que volvemos a repetir buscando el “te quiere mucho”, porque no
soportamos la crueldad de la devolución floral. Para las más desesperadas,
siguen en boga en rezarle a San Antonio todos los domingos, para que les mande
un novio. También suelen participar
de los poco dignos rituales de agarrar el ramo de la novia en un casamiento, en
donde los elegantes ejemplares femeninos solteros se convierten por segundos en
lo más peligroso de la selección argentina de rugby a la vista atónita de toda
la fiesta, que no puede creer el ánimo caníbal de ese grupo poseído de mujeres con
el objetivo ciego de querer agarrar a todo costo ese bollo de flores, que les
augura sin mucha certeza un futuro de compañía. En otras ocasiones, como casamientos o fiestas de quince, también
se prestan a tirar de las cintas de la torta, esperando ser las afortunadas a
las que les toque el anillo, resultado que si no obtienen, al menos quedan al
lado de pastel, para engullirse por la desazón dos mil calorías en azúcar de un
saque. También esta la creencia de que si te pega el corcho de un champagne en
el descorche, te casarás pronto, por supuesto, a riesgo de perder un ojo,
aunque eso a ninguna de las esperanzadas damas les importe.
Si ya crees que alcanzaste el amor
porque te estás casando, lejos de simplificarse el asunto, la cosa se complejiza más aún, con
decena de ritos para afianzar la unión, entre todas las difíciles tareas y
preocupaciones que pueda tener la feliz prometida. A pesar de lo lindas y
distinguidas que quedan, pocas son las que se animan a usar perlas, porque
anticiparían las lágrimas que la novia derramará, por ejemplo. Salvo algunas valientes
originales, las novias en occidente se casan indefectiblemente de
blanco, porque es el color de la inocencia, pureza y virginidad, aunque sean
tus cuartas nupcias. Cuatro cosas debe llevar la novia: algo viejo, nuevo,
prestado y azul. Lo viejo, tiene que ser alguna joya de la familia, lo que
representa los lazos familiares. Lo nuevo, que puede ser el vestido o la chabomba, es el símbolo de la esperanza
por lo que vendrá. Ojo con lo prestado, porque conlleva la idea de que la
felicidad se puede atraer usando algo de alguien que sea feliz, por lo cual hay
que tener precaución a quien le pidas el elemento, porque una mala decisión
podría cagarte la vida. Lo azul, generalmente una liga o un detalle en cinta
bebé, es una superstición inglesa que asegura que aquellos que se visten de
azul tienen amores verdaderos. Por supuesto, el novio no puede ver antes el
vestido de novia por ser augurio de mala suerte, aun ante la posibilidad de que
luego le parezcas metida adentro de un disfraz de merengue. Y por más estilo
repostería o monísima que estés, te terminan cagando a arrosazos con la excusa de la fertilidad, algunos anónimamente,
desde la distancia, con un entusiasmo de tortura en época de represión.
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